PROTÁGORAS.
Los sofistas reivindican la acción humana sobre todas las cosas. Provocan, así, el primer gran giro antropológico, llevando la reflexión filosófica más allá del estudio de la naturaleza física. Protágoras acuñó la célebre frase “el hombre es la medida de todas las cosas”. No existe una realidad objetiva (o no se puede conocer), por lo que el ser humano construye y determina lo que es verdadero o bueno para él.
SÓCRATES.
La respuesta no puede ser “lo que a mí me parece” de los sofistas, sino la búsqueda de lo verdaderamente justo, es decir, de aquello que permita orientar la ida individual y en sociedad. Para ello, se debe primar el cuidado del alma antes que el del cuerpo mediante el ejercicio de la virtud.
PLATÓN
Trata de fundamentar las intuiciones socráticas. El ser humano está vinculado, por medio de su alma, a un mundo que se encuentra más allá de lo material. El alma debe gobernar al cuerpo de tal modo que este no sea un obstáculo que le impida acceder a aquel mundo donde podrá contemplar la verdad y el bien.
ARISTÓTELES
Como Platón, sostiene que el ser humano está llamado a autoperfeccionarse por medio de las virtudes. Pero, para ello, necesita también la polis, ya que es un ser social por naturaleza. Tras rechazar la existencia de un mundo separado de las ideas, defiende que el ser humano puede conocer por sí mismo el fin último al que tiende su naturaleza.
SAN AGUSTÍN
Propone un proceso de interiorización que permite al ser humano tomar una nueva conciencia de sí. Gracias a una luz divina, podemos descubrir en el alma las verdades eternas y alcanzar la felicidad. Aunque piensa que alma y cuerpo son sustancias distintas, rechaza el pesimismo platónico respecto al cuerpo. Destaca también el carácter libre de la acción humana.
SANTO TOMÁS DE AQUINO
Profundiza en la antropología aristotélica. Presente el existir humano como la elación entre un yo y un tú: la respuesta libre a un Dios personal desde la intimidad única de cada persona. Todo ser humano, sea cuales sean su estado y condición, tiene- por su origen divino y por su dimensión trascendente- un valor incalculable. De este modo, fundamenta el desarrollo posterior de los derechos humanos.
DESCARTES
Reduce la esencia humana a autoconciencia. Reedita una nueva versión del dualismo antropológico propuesto por Platón, que incomunica en la persona su res extensa ( cuerpo) y su res cogitans( razón). El ser humano es, sobre todo, un alma o razón que se encuentra agregada a un cuerpo del que es independiente. Exalta el poder de la razón humana y su concepción mecanicista del cuerpo conduce a la desvalorización de la dimensión afectiva del ser humano.
HOBBES Y HUME
El ser humano se reduce a su dimensión material. Se niega la existencia de una esencia o naturaleza humana. Las pasiones priman sobre la razón y la libertad consiste en la ausencia de coacción. Al no existir una naturaleza humana que guíe la propia realización, el único criterio de acción es la utilidad o inutilidad de una conducta. El ser humano no es social por naturaleza; la sociedad civil surge de un pacto explícito o implícito, fruto de la utilidad.
KANT
Mantiene la concepción dualista del ser humano. Por una parte, este pertenece al mundo de la naturaleza y está sometido a sus leyes físicas; por otra, pertenece al mundo de la libertad por el que está sujeto a la ley moral. Ahora bien, esta tiene su fuente en la sola razón. Destacó la dignidad del hombre que fundamenta, no en su carácter trascendente, sino en su racionalidad: un ser racional es un fin en sí mismo, por lo que no se puede tratar como un simple medio. Sigue a Hobbes en su concepción contractualista de la sociedad.
LA METTRIE
La interpretación materialista del ser humano lo conduce a una concepción biologicista de su naturaleza. En su opinión, dado que el ser humano es un animal más, no tiene por qué reivindicar para sí ninguna superioridad ontológica sobre el resto de los animales.
MARX
El ser humano es un ser material cuyo espíritu es una extensión de la materia. Pierde, así, su singularidad respecto a los demás seres naturales. Niega la existencia de una esencia humana. El ser humano se produce a sí mismo mediante su trabajo. En realdad, no es más que el conjunto de las relaciones que establece con los demás y con la naturaleza, por lo que la sociedad prima sobre los individuos, los cuales están determinado por las estructuras sociales.
DILTHEY
Rechaza la concepción dualista del ser humano que defiende el racionalismo. Considera que el ser humano es una unidad psicofísica, pero condicionada, como cualquier otro organismo vivo, por su interacción con el entorno. En su caso, este entorno es su realidad histórica y cultural, por la que queda marcado inexorablemente.
NIETZSCHE Y SARTRE
Estas filosofías son antirracionalistas. El ser humano es un ser absolutamente libre, sin esencia o naturaleza. La existencia se configura como la construcción del propio yo. Nietzsche considera que la fuerza superior del ser humano es la voluntad de poder, es decir, aquella capaz de crear la verdad y el bien. El ser humano superior, el superhombre es el que puede liberarse de toda autoridad. Para Sartre, sin embargo, esta libertad ilimitada sume al ser humano en la angustia. Estamos condenados a ser libres y a defender nuestra libertad de los demás. El infierno son los otros.
MOUNIER, STEIN Y MARÍAS
Según Mounier, la cultura actual sufre una doble alienación: a) la racionalista, que presenta una idea desencarnada de la persona y b) la de un activismo desconectado de la interioridad. Crítica el individualismo al que conduce el existencialismo, así como la deshumanización de la persona singular propia del marxismo.
Stein parte de las experiencias que tenemos del cuerpo y la psique. La observación y la reflexión nos muestran la existencia de un yo que está más allá de las diversas dimensiones de la persona: es el yo real o personal. La persona es, pues, la unidad de lo corporal y lo anímico.
Marías no trata de responder tanto a la pregunta “¿qué es el hombre?”, como a la cuestión “¿quién soy?”. Esta respuesta debe dar cuenta, en primer lugar, de mi pertenencia a una comunidad y, en segundo lugar, de mí como un proyecto que estoy llamado a completar. No podré entender quién soy a menos que sepa qué puedo ser.
(AA.VV. Filosofía. BA Código abierto. Editorial Casals. Barcelona. 2022)